martes, 6 de mayo de 2008
GRECIA ALITALIA LE LLEVA A CUALQUIER LUGAR DESDE ROMA O MILAN
EL DIRECTOR DE LA VOZ DEL PUEBLO EN ATENAS GRECIA WALTER EDUARDO RODRIGUEZ CAMPOS
EL PARTENÓN
UN MONUMENTO A LA BELLEZA DE LA BELLEZA ARQUITECTÓNICA GRIEGA
Pocas frases son más adecuadas para resumir la belleza de los monumentos de la Acrópolis de Atenas, y en especial del Partenón, que la que escribiera Plutarco hace más de dos mil años: «De tal manera brilla siempre en ellos una flor de juventud que ha preservado su aspecto del paso del tiempo. Parece como si estas obras tuviesen un soplo siempre vivo y un alma inaccesible a la vejez»
La Acrópolis, símbolo de la gloria de Atenas
Tras la guerra con Persia, Pendes decidió restaurar los templos y edificios públicos de Atenas, como símbolo de la victoria de Grecia sobre la barbarie y del nuevo predominio de Atenas sobre la Hélade. En gran parte, financió su programa de embellecimiento de la polis con el tesoro de la Liga Délica, el dinero aportado para ¡a guerra por ¡as ciudades aliadas.
La Acrópolis ateniense estaba situada en una colina rocosa que sirvió de fortaleza natural y fue lugar de asentamiento humano desde época neolítica. A lo largo de los siglos se habían ido erigiendo sobre ella sucesivos templos, que fueron destruidos durante la guerra. La disposición de estos edificios venía marcada por la tradición, y se vinculaba en muchos casos con antiguas leyendas sobre la fundación de la ciudad, por lo que no podía variarse. Esta circunstancia da al conjunto un aspecto «desordenado», ya que el único elemento articulador del espacio era la vía procesional, relacionada con los ritos más importantes de la polis.
Se encargó la supervisión y dirección de las obras de reconstrucción al escultor Fidias, que había alcanzado fama con una gran escultura de bronce, la mayor que jamás se fundiera en Atenas, dedicada a Atenea Promakos, «la que combate en primera línea». Con más de 9 m de altura, se colocó en el centro del santuario. Los Propileos marcaban ¡a entrada solemne a la roca por el único lugar en que era accesible. Todos los conjuntos religiosos de Grecia tenían estructuras más o menos parecidas. Los de ¡a acrópolis ateniense, diseñados por Mnesides y levantados entre 437 y 432 a. C., consistían en un pasadizo entre columnas con dos alas desiguales a los lados: una destinada a pinacoteca y otra a biblioteca, que no llegó a completarse.
El templo de la diosa doncella
Fidias realizó otra gran escultura de Atenea para la Acrópolis, la Atenea Parthenos ó “virgen”. Su tamaño era aún más colosal, 12 m, y estaba realizada en madera revestida de marfil y oro, de ahí la denominación de criselefantina. Para cobijarla se reconstruyó el Partenón, el principal edificio de todo el conjunto. Los arquitectos lctinos y Calícrates enclavaron el nuevo templo en la parte más alta de la roca. Las obras comenzaron en 447 y terminaron en 438 a. C., año en que fue dedicada la estatua de la diosa; sin embargo, los trabajos en los relieves continuaron hasta 432 a. C.
Se construyó en orden dórico y se calculó todo con minuciosidad, para producir en el espectador la imagen de perfección. Levantado sobre el inacabado Hecatompedón, Otro templo cuya erección comenzó antes de las guerras médicas, y del que se aprovecharon algunos materiales, el Partenón fue concebido como el edificio cumbre dentro del proyecto de Pericles. Los arquitectos concibieron un recinto de mármol pentélico, aunque los cimientos eran de caliza, algo más ancho de lo normal, períptero y octástilo —ocho columnas en sus fachadas este y oeste y diecisiete en las norte y sur, todas surcadas de aristas vivas—, cuyas dimensiones eran 30,88 por 69,50 metros. Sobre una base de tres escalones, las columnas sostenían un entablamento compuesto por arquitrabe sobre el que se asentaba el friso de triglifos y metopas.
En los lados oriental y occidental se ubicaban dos frontones triangulares, con decoraciones en relieve. En su interior, el Partenón comprende un pronaos precedido por una hilera de seis columnas, que se abría por una puerta de doble batiente a la celia, dóricas más pequeñas. Separada de la celia por un muro macizo, se disponía una estancia de cuatro columnas jónicas, el Partenón propiamente dicho, que contenía el tesoro de la diosa —y más tarde el de la ciudad—. Esta sala se abría al oeste hacia el opistódomo, simétrico del pronaos. A excepción de la que se filtraba por las tejas del techo, la luz provenía sólo de la puerta del lado oriental.
La unidad y equilibrio del edificio estaban basados en sus cuidadas proporciones fijadas a partir de un módulo inicial tomado del diámetro de la parte inferior de la columna: 1,10 m. Como en otros templos griegos, los arquitectos introdujeron una serie de correcciones ópticas para eliminar posibles imperfecciones en la visión del conjunto. La curvatura del entablamento permitía su percepción completamente recta. Los espacios entre columnas no eran idénticos entre sí y , además, las de los extremos estaban ligeramente indinadas hacia el eje del templo, para contrarrestar la tendencia a percibirse indinadas hacia dentro,; el resto de las columnas se indinan hacia dentro 6cm respecto a la vertical. Los fustes eran más gruesos en la parte central, para contrarrestar la ilusión óptica de concavidad derivada de un fuste recto: este recurso se denomina éntasis.
Los relieves del Partenón
Tradicionalmente se ha atribuido la decoración escultórica del Partenón —ubicada en frontones, metopas y friso- a Fidias, aunque es difícil precisar qué parte del trabajo es obra de su taller. Se supone que él se ocupó de hacer los moldes en yeso o en arcilla que más tarde sus ayudantes pasaban al mármol. El frontón occidental representaba la contienda de Atenea y Poseidón por el patronato de Atenas: la diosa hizo brotar del suelo de la Acrópolis el olivo, y el dios el caballo. Venció la diosa porque, según los atenienses, el árbol proporciona más riqueza que el animal. El frontón oriental ilustraba el nacimiento de Atenea de la cabeza de Zeus. En las metopas, un total de 92 cuadros de metro y medio de altura en altorrelieve, se representaron la gigantomaquia —lucha de los dioses y los titanes— en el lado este, la centauromaquia —contienda de los lapitas con los centauros— en el sur, y la amazonomaquia ---batalla contra las amazonas y los bárbaros en la guerra de Troya— en el lado occidental. Las metopas del lado norte, probablemente dedicadas a la destrucción de Troya, están prácticamente perdidas. La elección de los temas no es casual: la gigantomaquia recordaba que Atenas había vencido en la lucha contra la barbarie personificada en los persas, del mismo modo que los dioses habían vencido a los titanes e impuesto el orden en el Olimpo.
El friso, que recorría el interior de la celia, representaba el tema de la procesión de las Panateneas, festividad que se celebraba cada cuatro años en honor de la diosa. Fomentada desde la segunda mitad del siglo VI a. C. por Pisístrato, se suponía instaurada por el mismo Teseo. Toda la ciudad se reunía para llevar a la estatua de la diosa un manto de lana (peplo). Estos relieves estaban situados a considerable altura, por lo que la parte superior se hizo un poco más profunda que la inferior (unos 5 cm) y se inclinó hacia afuera, para evitar que el observador perdiera detalles debido al reflejo de la luz. Todas las figuras estaban pintadas con vivos colores, pero la policromía se ha perdido. Se conoce la ubicación de estos grupos escultóricos gracias a los dibujos del pintor francés Carré, que en 1674 formaba parte del séquito del embajador de Luis XIV en la corte turca. La procesión comienza en el lado occidental y sigue caminos paralelos por los flancos norte y sur. El principio lo componen un grupo de jinetes con sus caballos encabritados, que se van serenando a medida que avanza el desfile. Delante de ellos están los carros con sus aurigas, después, un grupo de: ancianos y de músicos: preceden a los conductores de animales para el sacrificio (ovejas y bueyes). La ceremonia propiamente, dicha tiene lugar; en el lado oriental, al que. se acercan las jóvenes-atenienses ataviadas con hermosos peplos. - En el centro, un’ joven hace entrega del manto doblado a un magistrado, en presencia de la sacerdotisa de Atenea; contemplan la escena varios dioses y héroes sentados, cuya presencia no es advertida por: los mortales. Estilísticamente se notan diferencias de unos relieves a otros, debido a la intervención de numerosas manos y a que unas placas se labraron en el taller y otras cuando ya estaban colocadas en el edificio. Rasgos unificadores son el modelado airoso y natural de los paños, el perfecto estudio de las anatomías y las expresiones serenas. Todo ello marca la cima del clasicismo en la escultura griega. El Partenón, al igual que todos los templos’ griegos, estaba pintado. Se supone que las estrías de las columnas estuvieron decoradas en rojo; los ábacos, en azul; los triglifos, en azul y amarillo, y los fondos de los frontones y las metopas, en rojo.
Otros edificios de la Acrópolis
Muertos Pendes y Fidias, se levantó el Erecteón (420-405 a. C.), templo jónico destinado a varias divinidades relacionadas con los mitos fundacionales de Atenas. Sus constructores se vieron obligados a adaptarse a las necesidades rituales y tradiciones religiosas, y debieron salvar un pronunciado desnivel en el terreno. A uno de los lados tiene una tribuna sujeta por cariátides. Se labraron ricas molduras con motivos geométricos y florales; el friso estaba formado por figuras de mármol recortadas y embutidas en un fondo de piedra. Las basas y capiteles de las columnas se doraron y se incrustaron en ellas trozos de vidrio. Otro bello ejemplo del jónico ateniense es el templo de Atenea Niké, erigido entre 421 y 415 a. C., para conmemorarla paz de Calias.
La ruina más bella del mundo
El Partenón permaneció prácticamente intacto hasta el siglo y d. C., cuando se retiró la estatua de Fidias y se convirtió en iglesia cristiana consagrada a la Virgen Theoto kos. Hacia el siglo VII sufrió algunos cambios estructurales en su interior. Los turcos tomaron la acrópolis en 1485 y Convirtieron el edificio en mezquita, para lo que levantaron un minarete en el lado sudoccidental. El conjunto ha llegado en muy malas condiciones hasta nuestros días porque albergó en su interior un polvorín, y en 1687 una granada lanzada por los venecianos durante el sitio de Atenas lo dañó gravemente. A comienzos del XIX se arrancaron la mayor parte de los relieves, que fueron vendidos al Museo Británico; algunos restos de escultura se conservan en el Louvre, Copenhague y Atenas. El Partenón resultó seriamente dañado por un terremoto en 1894; el arquitecto Balanos trató de reconstruirlo a principios del siglo XX por el procedimiento de la anastilosis, un tipo de intervención Consistente en recuperar los fragmentos y tratar de restituirlos al lugar que ocupaban originalmente. En esta restauración se cometieron graves errores. En los últimos tiempos, el edificio sufre un peligroso deterioro por el turismo masivo y la contaminación (Ver Arte Griego)
Fuente Consultada:Gran Enciclopedia Universal Espasa Calpe
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