Lo cierto es que se sabe muy poco de la Esfinge, quién la construyó, para qué o cuándo se hizo.
De acuerdo con la mitología griega, la esfinge es un monstruo con cabeza y pechos de mujer, cuerpo de león y alas de ave; representaba la sabiduría. Según la leyenda, esta criatura se agazapó en lo alto de una roca a la entrada de la ciudad griega de Tebas. A cualquiera que intentaba entrar o salir le proponía un acertijo y al que no lo resolvía lo devoraba. Hasta que apareció un viajero que respondió acertadamente, a lo que la esfinge, de la furia, se suicidó. Este héroe era Edipo, y como premio es nombrado salvador de Tebas y se casa con la reina (enviudada porque el propio héroe mata al rey en una discusión, y que a la postre resultaba ser su madre) Sin embargo, los egipcios no conocían esta leyenda, pero idealizaban a algunas personalidades o divinidades con cuerpo de león y la cabeza del personaje (generalmente el rey) para representar la fuerza y el coraje. Al llegar a Egipto visitantes del otro lado del Mediterráneo, influidos por la cultura griega, veían una esfinge, y así continuamos llamándola, aunque su nombre árabe es Abu Hawl, Padre del Terror. Los egipcios la adoraban ya desde el Imperio Nuevo (1550 adC – 1070 adC) como al Dios Horum. Tallada sobre la roca misma de la meseta de Giza, compone un bloque de piedra calcárea erigido, según la versión oficial, hacia la IV dinastía (2520-2494 adC.) por orden del faraón Kefrén, que se cree descansa en los subterráneos que se encuentran bajo el monumento, aunque la cara se cree sea la de su hermano Djedefre, al que usurpó antes el trono. Ambos eran hijos del faraón Kufu, al que se le atribuye la pirámide de Keops. Sin embargo, la única inscripción que aparece en la esfinge es la denominada "estela del sueño", un muro de granito de 2´15 m. en el que el faraón Tutmosis IV (1401-1391 a.C.) menciona que desenterró el monumento ya que, en un sueño, la esfinge le prometió el trono si la liberaba de las arenas del desierto. La representación más similar originariamente Egipcia era la de representar al Dios Amón con cuerpo de león y cabeza de carnero. Sin embargo esta tradición viene de Nubia, situada a cientos de kilómetros al sur de la Esfinge. Aunque el caso de ésta tiene más peculiaridades en la representación de la cabeza de un Faraón al carecer de la típica barba ceremonial y a que su tocado no cae sobre sus hombros como suele ser habitual. Quizás fuera la primera representación sobre la que se basaron en siglos posteriores con los cambios típicos de la moda, aunque esto no aclara desde donde evoluciono a su vez esta. Las incongruencias con la historia comúnmente aceptada surgen con la "Estela del Inventario" hallada junto a la Gran Pirámide por Auguste Mariette. “¡Que viva el Horus-Medyed rey del Alto y Bajo Egipto, Jufu, dotado de vida!, él encontró el Templo de Isis, Señora de las Pirámides, al lado del Templo de Hurun, en el noroeste del Templo de Osiris, Señor de Rosetau. Él construyó su pirámide al lado del templo de esta diosa y construyó la pirámide de la hija real Henutsen, al lado de este templo “ Aquí se desprende que Jufu (Keops) hizo construir su pirámide junto a la Esfinge, la casa de Isis, habla también de la esfinge como la Diosa de la pirámide, por lo que se deduce que ambas, la Gran pirámide y la esfinge ya existían antes de Keops, y éste construyo otra pirámide que no es la Gran Pirámide. Esta estela es una de las más polémicas de la egiptología, se la atribuye a la XXI dinastía, aunque los expertos barajan la posibilidad de que sea posterior. Sus afirmaciones dan un vuelco a las actuales teorías sobre el conjunto arquitectónico de Giza, aunque se trata de un texto tan críptico que caben varias interpretaciones. El historiador árabe Al Makrizi (1364 dC - 1442 dC) recopiló todo el material existente hasta la fecha sobre las pirámides. Así habla del soberano egipcio que las erigió, Saurid, para guardar todo el conocimiento ante una gran catástrofe que se avecinaba, el Gran Diluvio. Lo que parece claro es que tanto la Esfinge como el templo que se halla a sus pies se construyeron a la vez, y este templo parece estar orientado al culto solar (su puesta y salida) y de ahí su orientación hacia poniente. La esfinge se ha visto atacada por los elementos desde su construcción, primero por las continuas y regulares crecidas del Nilo a lo largo de los siglos, el viento y los brutales cambios de temperatura entre el día y la noche; todos ellos han ido destruyendo poco a poco el monumento, cebándose sobre todo en la cabeza por permanecer altanera por encima de la superficie. La primera restauración fue realizada por los propios Egipcios durante el imperio Nuevo, y otras más tarde durante la época Ptolemaica. Sin embargo, el grado y tipo de erosión que ha sufrido junto con otras construcciones adyacentes no se corresponde con lo que debería ser lo normal en 4.000 años. De acuerdo con varios estudios, la erosión que soporta la Esfinge es debida al agua más que a cualquier otra causa. Se ha formulado la hipótesis de que esas aguas fueran subterráneas, aunque no se han observado los mismos efectos en monumentos cercanos, salvo en el Templo Funerario ubicado a los pies de la pirámide de Kefrén, pero 46 m. más elevado que la esfinge. Por tanto la única fuente de agua que erosionó ambas construcciones tuvo que ser externa, y para conseguir el efecto que se observa las dos debieron permanecer bajo el agua al menos 600 años. ¿Y cuándo ocurrió una avenida de agua que durase 600 años y alcanzara tal altura?, pues tras la última glaciación, 15.000 años antes de Cristo. Esta conclusión choca de lleno con lo que hasta ahora se sabe de la historia de la Humanidad, que por aquel entonces se reducía a un conjunto de tribus cazadoras nómadas, carentes de la organización necesaria para levantar cualquier monumento importante. Aunque, según el historiador greco-egipcio Manetón, la época predinástica en Egipto arrancó miles de años antes de la primera dinastía, cuando unos invasores de ultramar, los Neteru y los Shemsu Hor, llegaron hasta ellos y los cultivaron. Tomando otros caminos de investigación llegamos hasta Plinio el Joven, que habla de los restos del rey Harmais que yacen en la Esfinge, aunque ésta procede de mucho antes. Buscando el nombre de este rey en los listados de reyes egipcios se puede encontrar una cita de Herodoto sobre el rey Amasis, que gobernó Egipto en la época predinástica, hace 17.000 años. Son muchas las hipótesis que se manejan, la mayoría pretenden ser las únicas, aunque lo que es seguro es que aún no sabemos cierto cuándo y porqué se erigió la Esfinge. Otras pistas se han sumado para aclarar o quizás embrollar más el asunto. Una de ellas sugiere que la alineación de las pirámides de Keops, Kefren y Micerinos coincide con la disposición de las tres estrellas que forman el cinturón de la constelación de Orión, pero para que esto ocurra debemos tener en cuenta que esa posición corresponde con la que tenían las estrellas hace 13.000 años. Todas ellas se hallan a unos 1500 años luz de distancia, y todavía hoy puede verse como cuadran en esa distribución casi a la perfección, sin embargo la Esfinge no coincide con ninguna objeto celeste, al menos de los que brillan en la actualidad ¿existiría hace miles de años algo en esa posición? También es posible que, como apuntó Augusto Mariete, fundador del museo Egipcio del Cairo, la esfinge fuera el símbolo del paso del sol por el signo de Leo, de eso hace 14.000 años. ¿Quedan aún más pistas por descubrir?, para algunos aún el misterio se amplía hasta más allá de lo que podemos imaginar. Si se preguntan ¿es la esfinge única?, pues de acuerdo con ciertos investigadores no. Según un estudio fotográfico por satélite de SIR-C/X-SAR, de la Agencia Aeroespacial norteamericana, según la densidad de las rocas existió otra construcción cercana a la Esfinge. Pero, ¿Por qué debería ser precisamente otra esfinge?, pues por que para los Egipcios estaba representado el dios Horemakhet como esfinge masculina y Tefnut como esfinge femenina, y hasta nosotros sólo ha llegado una. Seguramente el futuro nos deparará más sorpresas y descubrimientos, porque este monumento siempre despertará nuestra curiosidad y nunca estaremos satisfechos con lo que descubramos sobre ella. Jaime Padilla Ruiz
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